jueves, 15 de noviembre de 2007

Suplemento de mis melancolías

Eran como las 6:30 de la mañana de un día RARO, ¡un ruido me sobresaltó!-la entropía de mi conciencia me pedía salir corriendo de la habitación- abrí los ojos, y me deshice de mi intranquilo sueño. De inmediato vino a mi mente lo que había ocurrido la noche anterior, sentí dolor, y un demonio alimentado por el sentimiento me tomó por la garganta, pero antes de que pudiera dejar escapar una lágrima escuché un ruido más estrepitoso, como cuando alguien azota la portezuela del coche en una mañana caótica de llegar tarde al trabajo. Ahí estaba yo en la habitación de mi amigo Miguel, de inmediato recapitulé la noche en mi mente ayudado por una punzada que sentí en el abdomen, era la cerveza que había tomado como suplemento del café de mis melancolías.
Miguel había pasado por mí después de haberle llamado y perder la compostura al platicarle lo sucedido. El me espetó: "no te sientas mal por eso" ¨¿Quiéres salir a dar una vuelta?"... no lo pensé, y de inmediato salí de mi casa para esperarlo, (percibía un ambiente fúnebre, casi sentía el hedor de la decadencia de este mundo miserable).

Llegué a la esquina y por un momento me sentí aletargado, las lágrimas salieron, y un taxista inconsciente de la rigidez y tensión convulsiva de mis músculos tocaba la bocina para que subiera a su unidad, ni siquiera volteé la mirada para decir que no necesitaba un taxi. Sólo un instante después vi el coche de Miguel acercarse, se detuvo como en cámara lenta y me subí... mientras el manejaba al parecer sin rumbo, me preguntaba -¿Qué pasó?- y yo sólo podía decir -Soy un estúpido-, íbamos por las tristes calles de la ciudad alrededor de la media noche, todo era muy calmo pero me parecía escuchar los lamentos de almas que quedaron en las calles, todo a pesar de la música solemne que Miguel llevaba en su auto(Mozart o algo así).

El consciente de la situación me hizo plática y me habló de lo nuevo, de lo bien que la había ido en Guadalajara y todo lo que le había pasado, me enseñaba su nuevo celular... le pedí un cigarro y me lo dio con premura. Lo encendí tontamente, y aspiré como queriendo llenar mi cuerpo entero de nicotina y embriagarme, por un momento el humo y yo éramos uno, OJALÁ FUERA SUBLIMABLE Y PUDIERA ELEVARME, pensé...

Llegamos al centro y buscamos donde aparcar, a esa hora estaba muy tranquilo, nos bajamos y entramos a un café el cual cada vez me parece más decadente. Un guitarrista insolente cantaba una canción de desamor. Miguel caminó delante de mi y pidió sentarnos cerca del monigote que amenizaba, yo le dije que si, aunque hubiera preferido alejarme lo más posible de ese sujeto mal pagado.
Yo quería sólo un café y mi buen amigo me decía "tómate algo fuerte" (y quizá tenía razón, necesitaba agitar mi cabeza), pero yo sólo quería café, ¡y no había!, yo no podía entender que no había café, ¡En un café!, y no me convenció la excusa que Miguel tenía para eso "ya es muy tarde y ya no hacen café". Tomé cerveza. ¿Qué más podría hacer en un momento tan bizarro, indignarme y salir del lugar?...

Platicábamos y el cantante nos perdía por momentos con sus rolas de ardilla. Conforme la plática avanzó y los cigarros se esfumaban, nos centramos en él(en Miguel), en sus logros, proyectos y demás. Mi ánimo comenzó a cambiar y me hizo sonreír, me terapeó, y me abofeteó con sus palabras...

Salimos del tugurio y nos fuimos a su casa, yo no tenía intenciones de llegar a la mía y sentirme mal otra vez, me dijo-te puedes quedar wey por mi no hay problema- y eso hice, el estaba muy cansado y nos acostamos, platicamos un momento y el sueño acabó con la plática, se quedó dormido, y yo traté de hacer lo mismo, pero durante toda la noche estuve despertando y recordando.

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