sábado, 3 de marzo de 2007

day tripper

Eran como las 8 de la noche… después de una grosera espera de más de dos horas que nos tenía en un conato de histeria colectiva… finalmente llegó el autobús!
Lo abordamos, y al poco tiempo salimos, la alegría y la sed de aventura se sentían en el ambiente al igual que la hielera llena de cervezas que nos darían diversión en hidratación en el camino =).
Recuerdo que tardamos en salir de la ciudad, como siempre un tráfico de un sábado más en mi Xalapa de locura... No puse bien atención al camino las primeras horas porque iba platicando con el exalumno más político de la facultad, hablamos y hablamos al sabor de unos cuantos cigarros que contaminaban el autobús hasta que alguien dijo en tono mal humorado “!!!Apaguen ese cigarro!!!” …. lo sé -a regañadientes- debieron hacer valer la Ley General de Salud y hacernos arrestar(Ley Gral. de Salud, título décimo primero, capítulo III, artículo 188, fracción II), pero para tranquilidad de mi consciencia en realidad no fue mi idea encender el primer cigarro a pesar de que soy un entusiasta fumador-por no decir emperdernido-. Pero mi compañero de asiento talvez ya acostumbrado a asumir una actitud impertinente de buen político montaraz lo hizo y yo sólo lo seguí, soy débil para negarme a la nicotina... y claro debemos admitir que un buen cigarro es un buen compañero de una plática bohemia.

Siempre he sufrido de una negación al sueño cuando no estoy en mi cama, por lo que esa noche prometía ser de insomnio. Aunque para mi incomodidad no todos mis compañeros pensaban lo mismo, al poco tiempo mi orador intransigente se había dormido y en las primeras tres horas casi todos habían caído, a excepción de un grupo de borrachos que disfrutaban la velada con lo que quedaba de cerveza. Entonces decidí que mi lugar cambiaría a un asiento que estaba adelante, junto al conductor, ahí estuve un buen rato viendo la noche y las luces de los autobuses y camiones que de vez en vez me deslumbraban.
Eran alrededor de la una de la mañana cuando todos cayeron en brazos de Morfeo y entonces llegamos a la caseta de peaje de Chalco. Por fin veía gente consciente!

La idea era cenar en México pero a la una de la mañana en la av. Zaragoza sólo podías ver la quietud de una noche solitaria. Todo estaba muerto, y lo que no lo estaba se veía muy mal... Estuve observando todo el recorrido sobre la metrópolis, no había tráfico y el autobús siguió su camino por un atajo "cortando" parte del trayecto... no fue sino hasta como dos horas después que ya incorporados en una autopista empezaron a desaparecer las casas nuevamente... Llegamos a San Pedro donde hay un paradero de autobuses turísticos, el reloj marcaba la 1:20 horas y las piernas y el cuerpo entero sentían la necesidad de movimiento. El conductor se detuvo, abrió la puerta y bajó inmediatamente, me dispuse a hacer lo mismo sin pensar y de un salto estaba abajo del autobus. ¡Zaz! En ese momento sentí un frío terrible que estremeció mi cuerpo, de esos que dicen que "calan los huesos". Regresé de inmediato a buscar mi suéter, me lo puse y volví a bajar. Para ese momento algunos compañeros ya estaba bajando. En cuanto volví a estar en piso firme me dispuse a buscar el baño, necesitaba hacer pipí con premura, entré al edificio, y me sorprendí, éste se encontraba muy bullicioso, lleno de gente,!demasiado!(pensé) para tales horas de la madrugada.

Fui al baño hice lo que tenía que hacer y sentí un alivio.... salí del baño y de repente algo llamó mi atención... una banca como de parque con dos figuras simpáticas de dos mexican monitos. !Por suerte había bajado con mi cámara!, y una amiga salía del baño de al lado en ese momento.


Después de la foto , caminé a una tienda de dulces que estaba dentro del lugar y busqué algo que pudiera comer; pero nada era lo suficientemente apetecible, salí de la dulcería y me dirigí a la cafetería del lugar, compré un café y regresé al autobus, donde algunos amigos esperaban el regreso del chofer. Platicamos, fumamos y bromeamos un momento, a los pocos minutos estábamos de nuevo en la carretera.

No tardé en darme cuenta que todos estaban durmiendo de nuevo y, !yo no lo hacía!. Regresé al asiento junto al conductor y observé la noche, por momentos platicaba con él, por momentos veía la oscuridad del camino y sentía el frío de la madrugada. En algún instante empecé a sentir un poco de sueño y regresé a mi lugar, pero antes de que cerrara un momento los ojos vi luces nuevamente... eran como las 3 y media de la mañana yo había regresado al asiento de copiloto y pude ver como atravesábamos Querétaro, recuerdo que pasamos junto a un centro comercial mientras pensaba que sería bueno estar ahí y no en el bus-pero de día obviamente ya que a esa hora todo estaba cerrado-. Continuamos rumbo a Celaya y antes de llegar nos fuimos hacía Salamanca y después Irapuato.

Comenzó a amanecer en algún lugar de Guanajuato limítrofe con Michoacan y por fin llegamos a un paradero donde el autobús aparcó para descansáramos y comiéramos algo, era la Piedad Michoacan. Bajé del autobús estirándome como un gato y acomodando mis ropas que sentía que ya habian cambiado de lugar en mi cuerpo-ya empezaba a sufrir los estragos del viaje- me sentía cansado y necesitado de mi cama. Era un día hermoso un poco nublado pero el sol se asomaba entre los nubarrones... podía sentir como el viento helado y seco soplaba en mi cara. Caminamos unos metros hacia la entrada del restaurant y nos metimos como montunos jornaleros a los comedores, los que no lo hicieron encontraron entretenimiento efímero en una mesa de billar y una de futbolito de mesa, sólo unos momentos después ya todos habíamos comido algo... algo que por cierto a mí no me gustó y sólo calmó mi hambre dándome un poco de náuseas, busque un dulce y me dispuse a regresar al bus.



Y así regresamos a la carretera...

Eran como las diez de la mañana cuando llegamos a Guadalajara. Ya nos sentíamos cerca de nuestro destino y el ánimo comenzaba a regresar después de una tácita mañana de un domingo de hastío.


Mientras atravesábamos el periférico aproveché para llamar a mi casa y a un amor perdido que en aquel momento la ciudad me recordó.(te extraño)

No sé cuanto tiempo habremos tardado en atravesar la urbe pero seguro fue más de una hora. el tránsito era fluido y la ciudad calma. Se respiraba olor a contaminación y la música de maná sonaba en el interior bus... nadie se quejaba.

Hicimos otra parada en una estación de gasolina y servicios justo en las afueras de GDL, bajamos al baño y a comprar chucherías. Todos especulaban el tiempo que nos faltaba de viaje, hacía un calor digno de un desierto-y así de seco-. Afortunadamente no tardamos mucho en el lugar


De nuevo en carretera pude ver los más hermosos paisajes hasta el momento. Inmensos plantíos verde platinado de agave.






Entonces tomamos la carretera a Tepic.



El paisaje en el camino fue cambiando gradualmente, de repente ya no había agave y el ambiente selvático se apropió del entorno, incluso la humedad del aire se sentía en ascenso entre subidas y bajadas de una carretera sinuosa que difícilmente se le podía ver como lo que era, "una carretera de peaje". Perdido en la noción del tiempo sólo me quedaba observar la naturaleza, en ese momento odié no haberme hecho acompañar por un libro Borges o de perdido un periódico sensacionalista de algún estado por el que habíamos pasado...


De repente algo llamó mi atención-un pueblo- una iglesia resaltaba a la vista, era hermosa y casi misteriosa en medio de la nada, entonces tomé una foto.


Después de eso volvimos a internarnos en la selva. Como dos horas después llegamos a algún lugar de Nayarit, donde volvimos a bajar un momento. Pero ahora fue muy corto, ya sentíamos la NECESIDAD de llegar a nuestro destino. Abordamos en medio de bromas de astío como "ya llevamos 16 horas regresemos!"


Curvas en la carretera y calor húmedo anunciaban nuestro destino. Anuncios de restaurantes y antros eran el preámbulo de algo interesante. De pronto en algún momento de descuido alguien dijo: "por fin". A nuestra derecha aparecía el mar, unos metros adelante un gran hotel campestre y !todos ansiosos por bajar!. Era Guayabitos Nayarit. A partir de ahí todos sentían la vibra del mar, que borraba de nuestras mentes lo cansado del viaje.


La carretera costera se hacía cada vez más hermoso con grandes hoteles, casas e instituciones que anunciaban una ciudad.


¡Llegamos! ¡Vallarta!


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